12/12/10

...

El día en el que comenzamos
a ponerle nombre a las cosas,
ese día nefasto,
en el que todo fue cubierto
con una forma única e inviolable.

En ese mismo instante
nadie podía intuir que se forjaba
la separación misma del hombre.

Las tinieblas se separaron de la luz
y hubo luz y tinieblas.
El final tuvo su definición
y comenzamos a ser mortales.

2 comentarios:

Nuria Barea dijo...

Y desde entonces hay adictos al lenguaje, la mayoría de los cuales creen estar iluminados y que tienen absoluto dominio de él. Pero se autoengañan. Siempre falta algo. Felicidades.

Anónimo dijo...

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