24/10/06

Problemas de identidad

Nunca supe bien, si era un pájaro blanco con el aspecto y la densidad de una nube, o si era una nube, que, por mero entretenimiento propio, había adquirido la delicada forma de un ave y todas las gracias que una puede hacer. Lo que si se, es que desde hacia mucho tiempo estaba en una jaula en el pequeño patio de luz que tenia aquella mi casa.Recuerdo que sabia iluminar cada rincón perdido del hogar con su melodioso cantar o con esa magnifica imitación del canto del pájaro, por que nunca supe bien si era una nube o un ave. Se alimentaba más de agua que del alimento para aves que compraba en la tienda de la esquina, el cual aparecía la mayoría de las veces desparramado en el piso de la jaula. Aun así crecía fuerte y vigoroso.Cuando llovía, lo entraba a la cocina y se podía ver como al lado de la ventana, a pesar de no gustarle mucho la lluvia, miraba el agua caer del cielo como cierta nostalgia, evocando un recuerdo perdido ya, como si un día, jugando a cambiar de forma hubiese olvidado su estado original de nube y ahora lo extrañara. Eso si que era triste de ver, aun siendo nube no tenia por que sufrir.No pudiendo soportar mas verlo desgarrarse por dentro en esa silenciosa y triste confusión, recuerdo haber abierto ese su pequeño mundo entre rejas a la libertad. Saliendo de la jaula, me miro, e imaginando aquella sonrisa que hubiese dibujado si en vez de pájaro su forma fuese la de un humano, lo vi partir en dirección del cielo.Ya comenzaba a extrañarla, cuando, paseando por el jardín, vi una rosa blanca con aspecto de una nube, o podría haber sido la misma nube con forma y aroma de flor, otra vez confundiendo su identidad.

Tópico de poesías, cuentos y reportes

“Nunca se lo había visto a Carlos trabajar con tanto entusiasmo”, pensaba Silvia tratando de recordar en vano algún momento haber visto a Carlos así. Para ella siempre había sido fácil interpretar sus intenciones con el simple hecho de ver su rostro, hacia tanto que vivían juntos, que se amaban, que las palabras pasaban a segundo plano dejando así espacio para el lenguaje de los gestos, de las caras, el lenguaje de ser uno con el otro y oírlo pensar aunque no lo diga, el lenguaje del amor.Desde que había instalado ese pequeño y rustico intento de laboratorio al fondo de la vieja casa, Silvia nunca había tenido la intriga, las ganas de transgredir, de cruzar la línea que delimitaba el único espacio que no compartían, como aquel día.Nunca habían sido tantos los esfuerzos de Carlos por ocultarle lo que estaba haciendo y ella lo notaba a cada instante, temiendo preguntarle otra vez, por el simple hecho de no querer chocar contra su evasiva. Pero cediendo a la tentación, preguntaba, y otra vez Carlos, utilizando sutilmente las palabras como solo el sabia hacerlo, cambiaba con tanta facilidad de tema que dejaba a Silvia sin respuesta alguna.Luego de varios intentos fallidos mas y habiéndose resignado a esperar hasta el final Silvia pasaba sus horas mirando la puerta del laboratorio para verlo salir y abrazarlo. Suponía ella que tanto misterio se debía seguramente a alguna especie de regalo, por que esa era la única respuesta lógica que de este tema se podía sacar para explicar tan inusual comportamiento.Una noche, estando los dos acostados, Silvia estaba leyendo una novela, cuando Carlos, sentándose en la cama, la miro y dijo:” después de mucho pensar, idear, planear, he logrado inventar un artefacto que atrapara a la luna mientras esta hace su recorrido nocturno por el cielo”.”Ahora si que se te safo un tornillo”, respondió Silvia riendo un poco asustada por el comentario descabellado de Carlos.No encontrando apoyo en su mujer, que solo veía esto como una faceta en la que el se creía un científico loco o algo así y que ya pasaría, Carlos recurrió al incansable y siempre disponible oído de los amigos, los cuales, luego de reírse por varias horas, le preguntaron si hablaba en serio.Estando furioso , unas cuantas noches después de haber comentado la idea, Silvia vio salir a Carlos, con un aparato extraño, del laboratorio y dirigirse al patio sin darle la mayor importancia. Meses después todo el mundo se preguntaba cual era la causa de tan extraña desaparición, pero Silvia y los amigos de Carlos sabían muy bien cual había sido el motivo, y Carlos se negaba a decir donde había escondido la luna, esa que tantas veces fue tópico en poesías, cuentos y reportes.

15/10/06

Sueños de un loco

La tenue luz de la luna se colaba a través de las nubes que aun goteaban con fuerza. El agua se había acumulado en la calle formando así un espejo que reflejaba mi cruel realidad, estaba solo. El frío, se había estampado en mi piel hasta hacerme tiritar. Pero a pesar de lo real que todo se sentía, sabia yo, que aquello era un sueño, como tantas veces. Mi única puerta a la realidad.

Todo era igual, la misma calle oscura que se convertía en un pasaje sin fin, la misma lluvia que golpeaba mi cuerpo de la misma forma noche tras noche.

Al llegar a una esquina, iluminada por un farol, que sabía que se iba a apagar, y así lo hizo, sentí el grito que tanto temía y me estremecí, al igual que las últimas veces, quizás mas.A diferencia de otras noches, comencé a correr a través del pueblo desierto, esta vez creía tener un plan.

Corrí y corrí, sin mirar atrás para no verlo acercarse, sentía su respiración en mi nuca, cada vez más fuerte, cada vez más punzante, más desesperante. Al llegar al rió, vi que del otro lado se alzaba un bosque como mi única oportunidad para perderlo, y, de repente otra vez el grito, lejano pero a la vez como un susurro en el oído, de esos que producen escalofríos de muerte, me paralizo. Sin conocer la profundidad del rió, salte con el fin de cruzarlo. Para mi suerte, no era muy profundo, pero una piedra como flecha escondida bajo la sombra de la noche, me hizo tropezar, provocándome un profundo corte. Al levantarme, escuche el grito, mas cerca esta vez, que me saco del transe del golpe para comenzar a correr de nuevo.

Con dificultad, subí el barranco llevando conmigo una herida que no paraba de sangrar y me encamine con todas mis fuerzas hacia el bosque. Cada paso se hacia mas doloroso que el anterior, y el aire, mas espeso que nunca, con dificultad entraba a mis pulmones.Al entrar, en vano fue mi intento de buscar un refugio, el bosque había desaparecido como por arte de magia, mi mente estaba jugando conmigo. Todo se movía, desaparecía y volvía a aparecer, como si supiera que el choque era algo inevitable.Volví a escuchar el grito, detrás de mí esta vez, y todo se apago de repente.

La locura gano de nuevo.