13/8/07

Las historias de siempre

Al ritmo de la bossa, tu mano en la mía, en tibia lucha se hicieron una guiando nuestras mentes, cuando no nuestras vidas, en ese torbellino que es mis brazos en tu cintura y es el baile y es el beso que se demora mientras me respiro tu sonrisa sintiendo llenarse mis pulmones por primera vez. De tu cuerpo en el lento roce con el mío brota la vida y la luz, y quizás la música que ya acabo pero en nosotros sigue sonando y sonara mientras dure el baile, esa manera hermosa de hablar sin las palabras y decirte tantas cosas al oído que nunca te podré decir por que las palabras no saben de amor como el baile y ahora tu cabeza apoyada en mi pecho, sintiendo la voz de mi interior, esa que nunca miente y que solo sabe decir tu nombre.
Una trompeta que suena sorda en el fondo, tus ojos que encuentran los míos y de a poco me van dejando ciego, me fulminan el alma que ahora es de algún material blando, gelatina verde quizás, y así descubro que acabo de nacer y que deseo vivir para siempre fundido en tu cuerpo.
Ahora tu mano sube a mi rostro y en una caricia me limpia de fantasmas, borra las sombras que en mis ojos y en las comisuras de mi boca solo traen recuerdos de una vida que ahora parece lejana y falsa, fantástica, un mal sueño. Pero esa otra vida existe, y la mañana la traerá como un chorro de agua fría para despertarme de golpe del baile, tus ojos verdes y tus labios ahora en los míos, y un continuo avanzar y ceder y entregarse por completo mientras somos uno y el sueño esta intacto.
Ya mañana serán otras las manos que te entibien la piel a fuerza de caricias deliciosamente lentas como para engañar al tiempo que ahora esta en nuestra contra. Y serás otra y no seré el mismo, saludos formales, impulsos enjaulados y, tristes los ojos desde atrás de los barrotes de la vida diaria y común, te mirare y tu piel estará tan lejana de mi mano que ni siquiera sombra te haré sobre el vientre.
Todos sonreirán, las personas de siempre, las historias de siempre, y tu mano en la suya y tus ojos en los míos que tristes me pedirán auxilio, mientras mi mujer me dirá al oído no se que cosas que no escucharé.

9/8/07

Colectivo en llamas

Esta es una historia triste, pero no por que en su esencia lo sea, ni porque me toque contarla a mi, un hombre triste, sino por que fue la ultima vez que lo vimos al Roque, y creo yo, que contar lo sucedido se parece a mantenerlo vivo, vivo en la memoria, que es el ultimo lugar para un hombre ya sin vida.
Roque era una de esos hombres buenudos que andan por la vida sin sobresalir demasiado, pero que dejan una marca en todo aquel que los conozca, una bien profunda, de esas que te hacen replantearte muchas cosas, o pocas, pero te hacen pensar igual. Solía visitarme casi todos los jueves. Nos íbamos al bar. de la esquina y, entre wisky y licores, con los ojos grandes y atentos me pedía que le contara alguna historia. Cualquier historia valía para el, no importaba si fuese verdad o puro invento de mi imaginación, que siempre fue muy activa, si fuese propia o ajena, el siempre, con la atención que lo caracterizaba, me escuchaba de principio a fin terminando uno por uno los tragos con pequeños y silenciosos sorbos. Siempre decía que yo era un buen narrador, y creo que por eso contar su historia es en si devolverle un poco de vida.
La ultima vez que lo vi fue un jueves, me había pasado a buscar por casa con una maleta, se iba esa noche no recuerdo muy bien a donde. Como de costumbre, en el bar esperamos que se hicieran las tres, hora en la cual el partiría, mientras solo se escuchaba mi voz contando no se que historia del turco Jasir, que el wisky se encargaba de nutrir de suspenso y adjetivos característicos de la elocuencia del alcohol. A eso de las dos y media pagamos, y, con media historia todavía en la punta de la lengua, nos dirigimos a la estación de colectivo caminando por que no estaba lejos y la noche se prestaba para el paseo.
Al llegar, Roque se acerco al coche, entrego la maleta al chico que la cargo, y se despidió de mi antes de que el chofer le revisara el boleto para poder subir. Si la memoria no me falla creo que el colectivo, de esos de un solo piso, era de la empresa la veloz. Inmóvil, lo vi subirse, recorrer el pasillo esquivando a una señora con su niño que saltaba entre los asientos y acomodarse en un lugar al fondo. El coche arrancó, y nunca supe bien si fui el único que lo vio, una luz naranja poblaba la parte trasera del colectivo mientras este salía de la estación. Esas cosas nunca se saben con certeza.
Al otro dia, el coche, que nunca había llegado a destino, fue encontrado en alguna parte de la ruta nueve reducido a cenizas. Si me preguntan si lo extraño diré que mucho.

5/8/07

Improvisacion

a fuerza de besos, punsantes, certeros,

nada impedira que rompa en ti como una ola de mar,
tomandote por las manos, acariciandote el alma,

organizando batallas contra tu ser hasta hacerlo estallar,

nadando en tu voz, bebiendo cada palabra, cada silaba,

encendiendo el cielo solo para verte bailar,

lidiare con tu sombra, la hare reir, cantar,

anda, quitate el vestido las flores y las trampas*.



*De Aute