2/7/08

Irracionalidad

Felipe cerró los ojos, y pudo imaginar su mano, sus dedos, el destornillador, la cabeza del señor Montenegro, la sangre, la pala, la tierra, el silencio, la felicidad. Al abrirlos nuevamente, sonrió lo más natural que pudo y dijo que el trabajo estaría listo para el jueves.
_ ¿Pero como para que para el jueves?_ dijo Montenegro_ Que poco profesional se esta volviendo usted Somoza. Le pedí pura y exclusivamente que terminara el informe para lunes._ Y suspirando acentuó su descontento.
Tantas cosas surcaron la cabeza de Felipe mientras, agachada la cabeza, apretaba los dientes, los ojos, y los dedos sobre el cenicero de mármol, que el resto fue lejanamente confuso.
Al día siguiente, Felipe, que sentía las manos extraña e inexplicablemente adoloridas descubrió con asombro un nuevo bulto en el jardín de su patio, sobre el que luego, sin animarse a pensar mucho sobre el tema, se sentó a tomar mate mientras faltaba al trabajo sabiendo que nadie se lo iba a recriminar.

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