27/9/09

A la hora del almuerzo, horacio salio del edificio donde estaban las oficinas para tomar un poco de aire. Tenia el estomago revuelto por lo que habia decido no comer nada. Afuera llovia timidamente, el tráfico que parecia no notarlo comenzaba a tornarse insoportable, pero aun no estaban repletas las calles como de costumbre. La ciudad tenia un aspecto apagado que a Horacio siempre le llamaba la atencion los dias de lluvia.
Aun descompuesto, decidio caminar un poco para despejar la mente, a lo mejor el encargo del jefe le jugaba en contra con lo nervios y el estomago le pazaba la factura, "si, definitivamente caminar un poco y relajarse", pensaba Horacio mientras se subia el cuello del sobretodo y prendia un cigarrillo.
Al llegar a la esquina se detuvo de golpe, como si al borde de un precipio, se hubiera arrenpentido de saltar. Con una mano hizo de bisera para evitar el agua en la pálida frente y en los profundos ojos. En la vereda del frente, entre la multitud creyó ver a Maria. "Es imposible", se decia para sus adentros. "Es imposible" repetia.
Salto sin ver para cruzar la calle, esquivo varios autos, ignoro muchos insultos. Al llegar y ver de cerca a la mujer, supo que era otra, pero aun asi la siguió por las dudas.
Camino unas cuadras detras de ella, la lluvia aminoraba de a poco, hasta el punto de hacerse imperseptible, pero a estas alturas Horacio ya estaba empapado. La mujer entró a un estacionamiento de tres pisos, cuatro cuadras desde las oficinas. Entró detrás, la siguio hasta el segundo piso

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