17/12/06

El ladrón de tulipanes

Y allá, en el país de las flores, ese que en cada esquina sorprende un aroma distinto dejando a los sentidos entre atónitos y maravillados, allá, donde el suelo parece un espejo, un prisma que devuelve la luz del sol desglosada en miles de colores, allá en ese perdida nación de largas raíces, el dueño de un jardín de tulipanes llora con desconsolado luto mientras mira los cuerpecitos verdes cortados a la mitad, meciéndose con el viento que otrora hacia bailar sus sonrientes flores. La gente que pasa, tristes las miradas, le acarician la espalda al hombre que grita mirando al cielo mientras este se nubla. Todos sacan sus polvorientos atuendos negros, se preparan para la última marcha en donde acompañarán a esos cuerpecitos verdes sin cabeza a un lugar mejor.
Ahora el hombre murmura entre dientes maldiciendo, maldice las manos asesinas que ahogaron las vocecitas de su jardín, y ya no quiere salir de su hogar hacia el cementerio, y la gente lo entiende entre llantos y caras largas.
Suena el timbre, el hombre sumido en un silencioso y terrible llanto se acerca a la puerta, y al abrirla un ramo, para su condolencia. El mira entre aterrado y sorprendido y cae al suelo con un ultimo grito agonizante, era mas de lo que cualquiera podría aguantar. El ramo estaba hecho con sus tulipanes, pálidas las caritas carentes de vida.

5/12/06

Carlos y Silvia ( parte II )

Apenas entro, con su típica e involuntaria desatención, por arte de las casualidades de la vida, se fijo en ella, tan alegre, tan bella, sentada allí riendo, dibujando paisajes con su bello rostro en aquel bar. En ese momento, el miedo lo inundo, y fingiendo no haber sentido el milagro al cruzarse las miradas, siguió camino hacia uno de los rincones de aquel bar. Desde ese su pequeño refugio, no podía hacer otra cosa mas que pensar en ella, asomándose por enzima del humo y las cabezas, para verla, queriendo recibir un poco del calor de su mirada. Nunca había sentido algo como en lo que su interior estaba sucediendo, las cosquillas, el nerviosismo, las ganas de reír, de cantar, de bailar, de volar, soñar, tomar su mano. Se paró, caminaba , sus piernas ya no le respondian, la atraccion y el deseo del contacto eran mas fuerte que sus vanos intentos de recurrir a la razon . Se acerco a ella, y el mundo dejo de ser mundo, dejo de ser material, no había nada allí ni en todo el universo mas que sus cuerpos.
Que placer sentía él, al probar la miel de su sonrisa, que cual una suave brisa, acariciaba sus sueños mas dorados. Y así, los minutos días fueron, y los días alegría.Las noches eran de alquimia. Sus cuerpos se fundían entre sudores y sonrisas, entre el humo del tabaco y el suave ritmo del blues que ella aprendía a querer de a poco, y eran uno y todos, eran galaxias y estrellas que chocaban y danzaban.Cada minuto que pasaba, él con mas seguridad sentía que el paraíso estaba tapizado con su cuerpo y que las mañanas comenzaban en los ocasos. Así perdió toda noción del tiempo y del espacio, pero que tiempo valía si no era el que corría entre sus brazos, todo espacio era vació sin sus ojos, su pelo, su cara, su cuerpo.Una noche sin luna, la encontró llorando de tristeza y supo de que estaban hechas sus pesadillas. También aprendió un nombre que se clavo en su pecho cual una espina, cual una cruz, un látigo.Así comprendió, que el amor era mas fuerte que cualquier alegato de razón, y que por motivos del corazón, barrería el mundo por su alegría. No había precio por verla sonreír, y algo eclipsaba sus motivos.Sintiéndose mas hombre de lo que era, habiéndose convencido por amor, por ella, por este nuevo paraíso, le juro entregar su vida por su felicidad, y cual una sirena, ella canto para él sus penas.Días después, fuerte cual una piedra, liviano cual una pluma, estando bajo el efecto de sus caricias, con un cuchillo bajo la camisa, salio a cazar el fantasma que atormentaba los días de su amada.El nombre de aquella persona, Raúl Castaño, retumbaba en el eco de sus pasos sordos. Hipnotizado por la pasión, al encontrar aquel hombre, con un grito le hundió el cuchillo entre las costillas. Miro sus manos, sus vírgenes manos cubiertas de sangre, y sin entender por que, se sintió victorioso camino a casa.

3/12/06

Un fantasma en mi balcón

¿Cuantos siglos hara que esta ahí? Su sonrisa parece decir que ya los olvido y ha encontrado al fin la paz. Teniendo el mundo por recorrer, y absolutamente toda la eternidad, este espíritu eligio quedarse a vivir en el balcón, y ahí, pasa sus horas sin dejar de sonreir, contando otoños, ocasos y quien sabe que otras cosas.