25/10/09
¿Qué será de mi?
¿y si baja una estrella
en esta dirección,
sera acaso un signo del final?
¿dónde dormiran los ocasos
cuándo tus ojos no se abran mas?
¿qué será de mi si me dejas
de este lado solo?
¿qué será de mi si me dejas
de este lado solo?
¿dónde quedará el aire
que se reserva
para tus suspiros?
¿qué será de mis sueños
cuando ya mañana
sean solo mios?
¿qué será de mi si me dejas
de este lado solo?
¿qué será de mi si me dejas
de este lado solo?
música, letra, voz, guitarra, bla bla bla: yo
20/10/09
Te recuerdo amanda
Interprete: Silvio Rodriguez
Te recuerdo Amanda
la calle mojada
corriendo a la fabrica donde trabajaba Manuel
La sonrisa ancha, la lluvia en el pelo,
no importaba nada
ibas a encontrarte con el,
con el, con el, con el, con el
Son cinco minutos
la vida es eterna,
en cinco minutos
Suena la sirena,
de vuelta al trabajo
y tu caminando lo iluminas todo
los cinco minutos
te hacen florecer
Te recuerdo Amanda
la calle mojada
corriendo a la fabrica
donde trabajaba Manuel
La sonrisa ancha
la lluvia en el pelo
no importaba nada,
ibas a encontrarte con el,
con el, con el, con el, con el
Que partio a la sierra
que nunca hizo daño,
que partio a la sierra
y en cinco minutos,
quedo destrozado
Suenan las sirenas
de vuelta al trabajo
muchos no volvieron
tampoco Manuel
Te recuerdo Amanda,
la calle mojada
corriendo a la fbrica,
donde trabajaba Manuel.
13/10/09
Sin corazón
que ironía mujer
es tu silencio el que me habla
es el vacío
el lugar en donde me habitas
que tristeza mujer
es la distancia
tu caricia mas exacta
es el sol
un cantar a tus ojos
que no he vuelto a ver
quemare en el silencio
todo rastro de recuerdo
que la sombra se alimente
de mi pobre corazón
viviré sin decir nada
como si estuviera cuerdo
aunque varios ya sabrán
que he perdido la razón
que ironía mujer
es tu recuerdo
lo que me mantiene vivo
es tu fantasma
el espectro
que me arrulla por las noches
quemare en el silencio
todo rastro de recuerdo
solo sabrán de ti
los que escuchen mi canción
viviré sin decir nada
como si estuviera muerto
aunque varios ya sabrán
que vivo sin corazón
música, letra, voz, guitarra, bla bla bla: yo
como siempre la calidad es mala, por eso hay que escucharlo con cariño y pensando en potencial
9/10/09
5/10/09
Cronicas del imperio III (la caida del imperio)
La capital estaba en el centro mismo del imperio. Se posaba a ambas orillas del río más importante que atravesaba la zona. Por el venían desde el mar navíos, siempre cargados de lujosas e importantes mercancías, a comerciar con esta gran civilización. Mucha gente venia desde lejos para gozar de la paz y sabiduría de sus habitantes.
El foco del crecimiento siempre constante de la nación era su afán por la ciencia y el conocimiento. Era tal el empeño que ponían los ciudadanos por avanzar, tanto tecnológica como filosóficamente, que el resto de los países los miraban maravillados desde afuera, con el respeto de quien ve en el hermano el futuro mismo de la raza y no se atreve a molestarlo.
Entre los sabios que habitaban la capital, el más importante era un matemático llamado Heggel, adorado y venerado por su adelantada y superior mente. De su pluma había salido la era mas prospera que la nación nunca había visto. Desde tratados humanitarios hasta modelos astrofísicos del universo. Todo lo que salía de su boca era escuchado con atención. La gente callaba de repente si él hacia el gesto de comenzar a recitar algo. Día tras día, el pueblo esperaba ansioso su palabra. Y así pasaban el tiempo. Los años traían ideas, las ideas progreso, el progreso felicidad.
Los escribas de la nación, casi en su mayoría habitantes de la capital, habían decidido, por unanimidad en todas las asambleas, separar el tiempo en dos mitades, una oscura y primitiva, y una llena de luz y progreso, que había comenzado justamente en el año del nacimiento del sabio Heggel.
La casa del sabio daba, en su extremo sur, hacia el río, y en el norte, al pie de la avenida mayor de la capital. Era de un aspecto simple y humilde. Heggel, como todo sabio, conocía el valor de la humildad. Lo mas sobresaliente de la edificación –que tantas veces el alto consejo de la nación había propuesto ampliar para una comodidad que Heggel encontraba sinceramente innecesaria– era el balcón que daba hacia la avenida. Sobre el balcón el sabio transmitía sus meditaciones a sus miles de discípulos.
La actividad favorita del sabio era, luego de un día de trabajo mental, sentarse en la zona de su hogar que daba al río, y ver los barcos mercantes pasar, mientras los últimos rayos de sol hacían de las aguas un danzar de llamas vivas y frías.
Pero hubo un día en el que el sabio no salió de su hogar. Ni siquiera se asomó en el balcón. El pánico inundó al principio las calles, temiendo por la salud del ya anciano guía científico. Uno de sus discípulos, que era también uno de los más antiguos, se aventuró a entrar.
_¿Maestro?_ preguntó en la oscuridad de la morada. _¿Maestro?_ repitió.
_ ¿Qué buscas entre las sombras amigo mío?_ preguntó el sabio.
_Lo busco a usted_ se hizo el silencio. Luego prosiguió._Afuera la gente esta preocupada por usted maestro. Están preocupados por su salud._
_ Ve y diles que no se preocupen por mi_ respondió Heggel_ Diles también, que estoy cerca de encontrar la verdad del universo mismo a través de las matemáticas, y que llamare a esta verdad la ecuación de Heggel. Avísales además, que esta verdad, que aún a duras penas apenas puedo vislumbrar, será también la verdad sobre la vida misma y su origen. El hombre nunca volverá a ser el mismo, el hombre alcanzará la divinidad._
El discípulo se mordió los labios e hizo fuerzas para no llorar de la emoción. Sus pies apenas le respondían, y así, maravillado por las palabras del sabio comunico el mensaje a la capital entera.
Días y días pasaron, cada vez mas personas se amontonaban en la avenida principal de la capital, sin moverse por miedo a no estar atentos en el momento de la verdad. Todos pendientes del balcón de la humilde casa del sabio.
Cerca de la noche del décimo día, entre los murmullos de miles y miles de personas, el sabio apareció en el balcón. Bastó con un solo gesto de su mano para que el aire se hiciese más espeso. No había un solo ruido ni en las afueras de la ciudad. Todos miraban sin pestañear siquiera. El sabio respiró profundo, y ante la mirada atenta de la multitud comenzó a bailar como un pollo en su balcón durante horas, hasta caer muerto sin decir palabra alguna. Buscaron entre sus hojas, entre sus libros, entre sus dibujos, no encontraron nada más que los delirios de un hombre senil, y el mundo nunca volvió a ser el mismo.
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