Nunca ame tanto como ese día,
En el que la protegí entre mis brazos,
Nunca supo el mundo de un abrazo
Tan cercano a la muerte voluntaria.
Nunca ame tanto como aquel día,
En el que me ofrecí como villano,
En el que en pos de tomar su mano
Me tire sonriendo a los leones.
Nunca ame tanto como ese día,
en que acepte la culpa, el castigo de ella,
y la vi partir siguiendo la huella
del alivio de no ser perseguida.
Nunca ame tanto como ese día,
En el que por su error fui condenado,
Nunca fui tan humillado
Ni tan feliz como ese día,
Y después de tanto sacrificio,
Tanto yugo, tanta cruz que no era mía,
La vi partir en la alegría,
Del abrazo de otro hombre.
Y nunca fui tan triste como ese día,
En el que solo me encontró la muerte,
En el que al fin se acabo la suerte
Y supe que ella nunca fue mía.