_Por que si uno lo analiza bien, las palabras no son más que mascaras_, comentaba franco exhalando el humo por la nariz, mientras yo entre señas le pedía al mozo más licor. _Si, como he dicho, son solo mascaras perfectamente sincronizadas que le dan sentido a la realidad_ continuó_, que articulan nuestros pensamientos, que nos hacen figurar un árbol cuando decimos la palabra árbol, o una hoja, o una estrella como un punto, un agujero luminoso en el techo del cielo, una gotera_. Normalmente me costaba seguirle, siempre con ideas afiladas, puras, tan manoseadas que casi transparentes acariciaban la locura, pero esta vez alcanzaba a tocar la nariz de lo que trataba de transmitir, palabras, ideas, un vinculo tal que una no existiría sin la otra y viceversa, ¿pero mascaras? Que clase de rostros se esconderían detrás. Con cara pensativa, llevo una vez mas el cigarrillo a su boca, el estaba ahí, su cuerpo estaba ahí sentado en aquella silla, a mi lado, ¿pero mascaras?, y sonreía entre tragos de licores, ya sin hablar, meditando, masticando las palabras, las ideas, las mascaras, preguntándose, o quizás no, que era lo que me impedía entender tan claro concepto, y yo ahí, con el, o quizás sin el, pero de todas formas estaba ahí. _ Creo que las palabras le han dado forma al mundo en el que vivimos_ dijo sin levantar la mirada_ si, por que si redondo no fuera lo que concebimos como tal, el mundo seria distinto, por citar un ejemplo._ Salimos del bar y caminamos, mojándonos hasta las ganas de caminar con una lluvia tímida de primavera, pasando por una plazoleta donde una pareja parecía no notar el mal clima entre risas y besos, y mascaras dichas al oído, y tres cuadras, la casa de Franco, que reía divertido por el paseo de saltos entre espejos vivos. El calor del hogar, una botella de licor de dulce de leche. Todo parecía indicar, y cuando digo todo no solo hablo de las cosas buenas sino también de las malas, como las sombras, o los ojos negros en las paredes mas negras aun, en fin, todo, que la noche seria tranquila, que iría fluyendo tímida y silenciosamente como la lluvia. La música suave acariciaba nuestros oídos, una sonrisa entre sombras y humo, Franco ha encendido un cigarrillo, llena los vasos de licor. Desde afuera la lluvia se mezclaba con la música, van bien juntas, las nubes llevan el rito de miles que ahora cae como agua in a silent way, y esta adentro, y esta afuera, es parte de todo, a lo mejor también es una mascara, un chaparrón musical, gotas danzantes que llevan bien el ritmo de su trompeta. Cierro lo ojos, un pasillo largo, oscuro, aparece, una luz al fondo, rostros en las paredes me observan, salen de las sombras y me observan, palabras sueltas sin sentido por sus oscuras bocas también sin sentido, ¿acaso mascaras?. Las paredes se cierran, las luz lejana parece vacilar, duda de su brillo frente al avance de las sombras y los rostros, o acaso mascaras, o palabras, no puedo respirar. El vaso rodó por el suelo sin romperse en la caída y el licor se esparce lentamente, Franco me miró sorprendido _ ¿estas bien?_ pregunto. Asentí con la cabeza sin saber donde estuve, pero sabiendo que era un lugar lejano, lleno de palabras sueltas, sombras. Solo un mal sueño. _ Me quede pensando en lo de las mascaras_ escuche mi voz decir, pero no sonaba como mi voz, aunque saliese de mi boca definitivamente no era mi voz, y afuera la lluvia, y adentro Miles, aunque era difícil decir donde estaba cada uno si es que no eran lo mismo o estaban juntos.
_ Si lo analizas bien la verdadera función de una mascara es la de darle a un la impresión de estar viendo un rostro, que, siendo ficticio, esconde otro detrás, ¿no se si me entendés?_ Expreso Franco levantándose un poco del sillón en el que estaba sentado. Yo entendía, y claro que lo hacia, ahora no solo veía las palabras como mascaras sino mas bien como un pasillo lleno de ellas en las paredes, con una luz vacilante al final.
Franco levantaba el vaso mientras yo en silencio meditaba sus palabras al compás de Miles, que esta noche estaba rodeado por un aura, algo mágico, o a lo mejor la lluvia le daba esa cualidad, o quizás la compartían, como si uno hubiese surgido del otro o simplemente se complementaran. Nunca me había dado cuenta, aquel pequeño cuarto poco iluminado era bastante acogedor, el techo de madera alto, los dos sillones enfrentados, la mesita ubicada entre estos, la computadora al fondo a la izquierda de la habitación y ese tenue color azul de las paredes coordinaban perfectamente juntos. Casi todo en esa noche lluviosa encajaba como una pieza de rompecabezas, de esos que uno no puede imaginar la figura que resultara de unirlas sino casi hasta el final, la única pieza que aun carecía de una forma análoga a las demás era ese sueño de paredes empapadas de máscaras.
Levantándome, me encamine hacia la computadora, tenia la duda de si otros artistas del jazz podrían causar esto que Miles estaba haciendo con su trompeta y la lluvia, esta ilusión de música palpable, de hacer las notas flotar visiblemente en el aire como si fuesen palomas, o a lo mejor el licor, quizás la lluvia, ¿pero mascaras?
Me di vuelta y ahí estaban, moviendo sus silenciosas bocas negras y acercándose a mi, mascaras, miles de ellas sobre la pared, a mi derecha, la vacilante luz, y a mi espalda mas mascaras que acariciaban mi nuca con fríos susurros. Todo era cada vez mas estrecho, mas asfixiante, las paredes se cerraban, y yo ahí, justo en el medio. Intente gritar, despertar tal vez, pero el grito se ahogo antes de salir por mi boca, "maldita pieza de rompecabezas defectuosa" pensé sonriendo. Frente al avance de lo que parecía ser el enemigo, hice lo mas lógico que una situación asi exige, corrí con todas mis fuerzas hacia la luz.
Sentado con el vaso en mano, sin saber como ni cuando había llegado ahí, pude ver que Franco me miraba entre sorprendido y perplejo, dudando del licor, o de sus ojos._Que mierda te pasa_ dijo sonriendo _te paras, gritas y te sentas lo mas tranquilo como si nunca te hubieras parado. Me parece que ya tomaste demasiado_. Concluyó. Y si, esa era la respuesta más lógica, por que si trataba de explicarle (o explicarme, que no es lo mismo pero es igual) donde estuve (si es que había abandonado aquella habitación) o que había visto en el lugar donde nunca había estado, todo carecería de sentido, ¿pero máscaras?
_ Si_ comenté en seco_ me parece que estoy medio borracho_._ ¿Medio?_ añadió Franco en tono sarcástico, sonriendo entre el humo y un trago de licor. Podía ser que tuviese razón, el alcohol provoca en algunos casos este tipo de alucinaciones, ¿pero mascaras?, ¿un pasillo?, ¿la vacilante luz? Ahora todo parecía sumergido en sombras, lejano de la belleza que momentos antes me inspiraban la sincronización de las cosas, la lluvia era solo agua, un pequeña orquesta de splashes que para nada llevaban el ritmo de Miles, que ahora parecía tosco, falto de fluidez, con sonidos entrecortados y repetitivos, sin la magia, sin el aura que hace un rato veía en esas notas palomas carentes de forma y sobre todo invisibles.Con gran estrépito, y agitado como si en vez de metros hubiese recorrido kilómetros, alcance la luz al final del pasillo. Lejos de cualquier preconcepto o expectativa que podría haberme hecho sobre lo que seria el contacto con la luz, aparecí en lo que parecía ser una selva. Al darme vuelta el pasillo ya no estaba mas, era todo selva, pero el aire estaba raro, pesado diría yo, y sentí sus gritos, y entre sombras y arbustos vi las luces de sus antorchas, malditas máscaras, ahora con cuerpos para transportarse, me seguían, me buscaban, se divertían. Corrí, corrí como nunca antes había corrido, tropezando y chocando contra toda planta que se ubicase delante de mi, en ciega estampida me abría paso a lo mas profundo del bosque tratando de perderlos. Después de unos treinta minutos de una carrera feroz, y sin mirar atrás, alcance un claro, una antigua construcción se alzaba en el centro. "Que estúpido, estoy en su aldea" pensaba maldiciendo en voz baja, ya casi sin esperanzas. De repente, la puerta del extraño fuerte (decidí llamarlo así, ustedes pueden hacerlo como quieran) se abrió y Franco salió de el. _Dale boludo, entrá antes de que lleguen_ dijo Franco dándome la mano, mientras cerraban la puerta a nuestras espaldas frente a la avalancha de sombras y mascaras.